4 Estaciones que fueron muchas más… y divertidas
Javier Flor (EDM)
El día era el adecuado: finalizaba el otoño y comenzaba el inviemo. Ya teníamos dos estaciones de las cuatro del año clirnatológico. Cuatro estaciones que el compositor italiano Antonio Vivaldi musicalizó en 1721 en unos conciertos para violín y orquesta y de las que tres siglos más tarde un grupo de teatro de Zaragoza proclamaba: «Ya no son lo que eran». Lo demostraron en un festivo espectáculo con una sala llena y entregada a sus idas y venidas, musicales y cómicas.
El escenario estuvo presidido por una gran pantalla (9x7 metros) y un remolque de caravana, protagonista este a lo largo de los setenta minutos del espectáculo, convertido en foodtruck al mando de un excéntrico personaje que recordaba mucho al cocinero sueco de los Muppets (genial Joaquín Murillo, actor de larga trayectoria y gran fuerza cómica). Este tipo de humor ‘teleñeco’, lleno de golpes y gags rápidos muy visuales, recorrió toda la obra.
La música fue entrando poco a poco a través de Kike Lera y su guitarra, interactuando mímicamente con el público mientras iban apareciendo en escena una violinista, una chelista, un saxo soprano y un percusionista. Juntos los cinco atacaron el allegro primero de ‘Las cuatro estaciones’ y no abandonaron a Vivaldi en toda la tarde. Estaciones que convivieron con ritmos brasileños, jamaicanos y cubanos. La música zíngara también estuvo presente detrás de interpretaciones con acordeón en una fusión de estilos que mejoraba adagios y prestos. Los cinco músicos recorrieron el escenario bajo la dirección de Teresa Polyvka, una virtuosa violinista ucraniana de formación y aragonesa de adopción que se lucía avisando tormentas o imitando cantos de pájaros con sus cuerdas.
Las estaciones fueron pasando, anunciadas por los letreros luminosos de la caravana y la ambientación de las imágenes del vídeo de fondo. Las risas y comentarios del público familiar eran continuas, sorprendidos por la aparición de dos conejos transformados poco después en ‘cunill chamusqúé’, de un pato que no quería acabar como ‘cua-cua a l’orange’, de un cartel con el veroño como quinta estación o el tutti musical final bajo la nieve con la incorporación de un saxo barítono, vivaldiano y jazzistico a la vez. Un grupo -Teatro Che y Moche- que crea música en directo, que sabe hacer sonreír a todos los públicos y mejorar ‘Las cuatro estaciones’: ahora son muchas más y mejores.
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